sábado, 28 de mayo de 2011

Si Barcelona no tiene miedo, Ana no té por

Hace días que vengo dándole vueltas a la cabeza sobre la idea de escribir lo que pienso realmente en el blog de mi empresa y posicionarme cara a la galería y el público en general.  Hace días era un claro y rotundo “NO” porque para eso ya tengo mi perfil social particular y mis amigos y mis armas habituales de desasosiego y no debo ni politizar ni hacer declaraciones demasiado personales en este blog.  Pero supongo que ayer cuando me encontraba comiendo y me asaltaron literalmente las imágenes de la limpieza de la Plaza Cataluña de Barcelona en el salón de mi casa y alguien miró a cámara y ese alguien dijo “Somos personas normales, como tú y como yo (dijo mirando al periodista) , como tú (dijo mirando a cámara) que estás en el sofá de tu casa” y le miré y le reconocí y me reconocí.  Y vi que era clavado a mi marido, la misma ropa, la misma edad, la misma mirada, la misma actitud, la voz pausada, y estaba rodeado de mossos y estaba literalmente alucinado, fuera de contexto, pero era un acampado, una persona indignada, entonces, en ese momento me puse a llorar. 
De pena, de penita, pena, pena.  ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible?, que pena más honda.  Pensé que o me estaba haciendo ya muy mayor o estaba a punto de reventar.  Hoy he hablado con mi madre que vive en Madrid por teléfono y me ha contado que el lunes bajó a Sol porque quería verlo con sus ojos.  Estaba harta de verlo por la tele, quería ver que era real, que no era un teátrico, como dice ella.  Tiene 65 años.  Bajó a Madrid en coche entre visitas a médicos y demás quehaceres de centrociudad y se acercó a Sol.  Estuvo 3 horas.  Participó en una asamblea.  “Ana, hija, me dieron un vaso de agua fresquita.  Me trajeron un taburete, yo decía que no que no, pero no me podía sentar en el suelo porque tengo mal la rodilla, que me quedaba de pie, pero no consintieron.  Hablaron de muchísimas cosas, hasta del aborto, los que estaban a favor y los que estaban en contra, unos del PP y otros del PSOE y otros de ningún lado.  Mayores y chicos.  Decíamos que si levantando las manos.  Cuando era que no las agitábamos; hacía mucho calor, pero me sentí como hacía años que no me sentía.  Me sentí ellos.  Formé parte de la asamblea.”
A día de hoy el subidón todavía le dura.  La felicidad se le dibuja en la voz a través de nuestra conversación.  Ay mami, lo que daría por haber paseado contigo por Sol.  Yo fui con mi hijo de 4 años y mi marido a la Plaza Cataluña y me quedé para mí con el cartel de “Bancos: Sus beneficios son nuestras deudas” y con la camiseta de un chico en la que había una paloma que se quitaba la careta y era una rata (estaba en Plaza Cataluña, de Barcelona y eso para los que vivimos aquí, tiene mucha gracia).  Sé que es banal (dinero y bichos) pero mi mundo es banal.  Muy banal me parece a mí.  Demasiado.  Está en mi mano cambiarlo.  Está en la mano de todos nosotros.  Esta mañana he pensado que cada grano de arena que se hace público es un grano en el culo de algún dirigente.  Y entonces he escrito este post.  Desde Catar Trufas, Barcelona, con mucho cariño y admiración, mi aplauso a los valientes

Foto a traves de acampadabcnfoto